top of page

No importa el talento


Las masas nunca se equivocan… excepto en religión, arte y política. La política profesional es el arte maravilloso de parecer indispensable: algo así como un matrimonio con la eternidad y poniendo a los electores por testigos.

En 1969, mal aconsejado por un amigo (yo quería ser científico), entré de lleno al periodismo, y así, durante muuucho tiempo me ocupé del político del día (de la mañana o de la tarde… no de la noche, porque a esa hora el político se convierte en vampiro, chupando aquí y allá).

Tomé recíprocos cafés –y bebidas más espirituosas– con los llamados «estadistas» y con los políticos que estaban en todas las jugadas pero que perdían todos los partidos (me gustan los perdedores porque suelen tener razón). Pasé años preguntando al Señor Ministro qué pensaba de lo que había dicho el Señor Senador, y viceversa, y viceversa, y ... viceversa. Así pues, día tras día hablé y escribí sobre los políticos, sus pompas de jabón y sus obras públicas. Debí estar loco, pero hay cosas que sólo se hacen en estado de gracia o de locura.

Definir a alguien como «político» es cometer una asombrosa errata semántica. Por lo que vi y escuché... veo y escucho... para gobernar y firmar leyes no se necesita un gran talento. Un físico nuclear no es intercambiable con un doctor en leyes, pero cualquier persona es intercambiable con un político profesional.

Para gobernar bastan dos cosas: ser alfabeto y tener muchas ganas de mover la lengua (“Más vale lengua en movimiento que mente en funcionamiento”). Más difícil es clonar al Papa.

Si por los políticos profesionales fuera, quedaría prohibida la no reelección. Muchos políticos me han confesado, una y otra vez, que "¡yo vivo para la política!". ¿Vivir para la política...? Hay cosas mejores: hablar con los hijos, aprender latín (como mi amigo el Dr. Zapicán), oír música, catar vino...

A veces me pregunto por todos aquellos políticos que he conocido durante mis avatares periodísticos... ¡Todos son igualesl... los unos viven para regresar y los otros mueren por quedarse (cuestión de vida o muerte).

bottom of page